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En la ciudad del pensat i fet las cosas están cambiando. Para muchos es asunto duro de creer haber estado un cuarto de siglo en poder de la subcultura hortera de la derecha más voraz mientras que la inteligencia ciudadana estaba bajo las piedras. Languidecía la sociedad civil en aquellos tiempos de grandes eventos hechos para no durar, se promovía el meninfotisme atávico como marca de fábrica. Una indiferencia que le venia muy bien a la casta que gobernaba, una oligarquía analfabeta que vendía humo envuelto en fastos inútiles. Por entonces, la vida cultural de la metrópoli republicana languidecía en rincones mientras

las élites despilfarraban a placer en eventos de dudoso gusto. Y no es que nuestra apreciada subcultura hortera haya desaparecido. Se encarna en saraos y procesiones; en fiestas regionales y aniversarios. Se escenifica en el casco antiguo con esas franquicias plastificadas que asolan el viejo comercio y en el olor a fritanga de las paellas aceitosas para turistas.

Ese largo periodo de catatonia ha dado paso a un renacer de la actividad cívica que no se veía en la capital desde los años ochenta del siglo pasado. La ciudad hortera, de cu ltureta de canapé y relumbrón, ha dado paso a una nueva, la que recupera los valores laicos, republicanos y librepensadores que en realidad nunca perdió.

El próximo Festival de Filosofía, organizado por la asociación cultural Valencia Pensa, también llamado Festival de cráneos, es ejemplo palmario de que la ciudad retoma su perfil laico y su apego a una cultura popular y participativa que remite a los tiempos de Blasco lbáñez y su colla de valencianos ilustrados y librepensadores. Avivament, en su tercera edición, es una

iniciativa luminosa que recorre todo el espectro ciudadano, en un riguroso ejercicio de transversalidad, que implica a colectivos cívicos alternativos, instituciones y museos, además de bares y librerías. Es un planteamiento nada pretencioso y que vincula el pensar con el humor y la alegría de vivir.

Así que los encuentros para pensar incluyen una taberna que ofrecerá durante el certamen dos menús, «el existencialista, con tomate, y el platónico, con bacalao”. Está claro que estos cráneos poseen sentido del humor. Proponen «aguzar el oído, huir del abismamiento y aventar el pensamiento en un non-stop».

La edición de este año, que se celebra el mes que viene, va de nuevos lenguajes del feminismo y el incremento de la tecnología en nuestras vidas. Un festival este que relaciona la filosofía con el arroz con pollo, de tal forma que está programada una paella en los jardines babilónicos de Cabanyal Harta, en El Clot, tras las sesiones con Santiago Beruete y su charla sobre Jardinosofia.

Este festival de cráneos va mucho más allá de un evento intelectual al uso. Nada de tostones. Filosofía a ras de calle para disfrute de la gente. Es una dialéctica entre la sociedad civil pensante y las instituciones más progresistas de la ciudad. Todo un desagravio para enterrar ominosos años de plomo y un excelente pórtico del tórrido verano.

Abelardo Muñoz | Cartelera Turia, 17.78.2019